El siguiente artículo es parte de la iniciativa Spanish Friday que promueve el blogueo en español.
Artículos en la serie Cuando era puertorriqueña:
• Parte 1 | ¿Quién es Esmeralda Santiago?
• Parte 2 | Cuando Esmeralda Santiago era puertorriqueña
Los recuerdos de cuando Esmeralda Santiago era puertorriqueña
La vida de Esmeralda Santiago es narrada desde el inocente punto de vista de una niña que va desarrollándose hasta ser una “señorita” (adolescente) valiéndose de preguntas que a lo largo de la lectura van obteniendo respuestas y van formando la identidad de ser puertorriqueño. Un excelente ejemplo es el prólogo. El mismo se titula Cómo comer una guayaba y describe cómo es este fruto, su textura, sabor, color y fragancia. “Era grande y jugosa, casi roja en el centro y tan olorosa que no quería comerla porque perdería su fragancia. De camino al aeropuerto la raspé con mis dientes, haciendo pequeños agujeros en su cáscara, chupando pequeños pedazos con mis dientes para poder sentir su textura en mi lengua…”. Con estas palabras, la autora no sólo describe todo el proceso sino que, como una película, hace imaginarlo al lector.
Ser jíbaro
Otro aspecto que sobresale en esta obra es la excelente explicación de qué significa ser llamado jíbaro. A corta edad, Negi deseaba ser una jíbara por las connotaciones positivas de su significado. Las letras de las canciones y poemas que escuchaba en la radio relataban la vida de esfuerzo y trabajo duro y llevaban un mensaje de que el jíbaro sería recompensado con una vida independiente, respetable y con gran orgullo nacionalista. Si se analiza este aspecto positivo y se lleva a la vida de la autora hay que concluir que definitivamente es una jíbara por el empeño y esfuerzo que tuvo para lograr éxito.
Por otro lado, la palabra jíbaro tiene también un significado negativo. Hoy en día llamar jíbaro a una persona podría tomarse como un insulto. Santiago explica que en la ciudad se mofan de los jíbaros por las “costumbres pocos sofisticadas y el dialecto peculiar”. Ésta precisamente era la percepción que tenía la maestra de matemáticas que le dio clases a Esmeralda en Santurce cuando la llamó jíbara por no saber fracciones. Otros aspectos negativos que se explican en la lectura son la vivienda del jíbaro parecida a un bohío, el programa de radio favorito tocaba música típica, la vecina es jíbara, las historias y poemas sobre jíbaros eran requeridos en cada grado de la escuela, etc.
Las Navidades
Esmeralda explica lo que es la cultura puertorriqueña, nuestras costumbres, muchas de las que se han ido perdiendo con el paso del tiempo y otras que siguen vigentes en el Puerto Rico de hoy. La Navidad es una de las festividades más ricas en tradición. En la historia nos adentramos a la cena de Navidad y se menciona cómo se hacen los pasteles, el lechón, el tembleque, el arroz con dulce y el coquito. También se habla sobre los alegres aguinaldos con cuatro, maracas y güiro. Dentro de toda esta descripción notamos que para la familia de Esmeralda Santiago, y como para muchos puertorriqueños hoy en día, las Navidades son pura fiesta y no una festividad religiosa.
La asimilación norteamericana
Uno de los aspectos que hacen a Cuando era puertorriqueña interesante (sobretodo para el que no es puertorriqueño) es la variedad de temas que se tocan. Para los que no conocen el pasado político de la Isla y como éste afecta directamente a la sociedad, esta obra no tendría sentido. El padre de Esmeralda Santiago (Pablo) le explica a su hija que un imperialista para el puertorriqueño es el que “quiere cambiar nuestro país y nuestra cultura para que se parezca a la de ellos” a raíz de invasión en 1898 luego de la Isla ser colonia española. También explica que llamar “gringo” a un americano es un insulto al igual que decirle “spik” a un puertorriqueño porque no sabe inglés.
Este intento de asimilación se demuestra cuando expertos norteamericanos viajaron desde San Juan hasta el centro comunal de Macún para hablarles de nutrición e higiene. A los niños se les daba un desayuno al estilo americano y a los padres se les hablaba una pirámide nutricional con alimentos que no se conseguían en la Isla y además se les dio muestra de alimentos que la mamá de Negi usaría sólo “cuando el hambre apriete”.
El vocabulario y las expresiones puertorriqueñas
Una de las cualidades que distinguen al puertorriqueños es su vocabulario. La facilidad con la que se inventa refranes y frases que sólo nosotros entendemos es impresionante. Es por eso que cada uno de los capítulos de la memoria de Esmeralda Santiago se inicia con ese refranero popular que nos caracteriza. Por ejemplo, Borrón y cuenta nueva, Escapé del trueno y di con el relámpago y Al jíbaro nunca se le quita la mancha de plátano. Otro ejemplo es el significado de la palabra jamona, que hoy se utiliza mucho. Jamona es una forma despectiva de decirle a una mujer que nadie la quiere por esposa por ser muy fea o que ha esperado demasiado para casarse y terminó sola. Con esto nos damos cuenta que ésta es una sociedad machista porque no hay un equivalente masculino para esta palabra y al hombre que no se casa se le dice que tuvo suerte.
La curandera
Una de las partes que más impresionaron la infancia de Esmeralda Santiago fue cuando la escogieron para cerrar los ojos de un bebé muerto en una ceremonia con una curandera. El propósito de la ceremonia era que el ángel atrapado en el bebé por tener los ojos abiertos pudiera volar al cielo cuando ella los cerrara. Vestida de blanco y con mucho miedo, Negi formó parte de la ceremonia, de las oraciones y del agua bendita. El personaje de la curandera y la santería es otro aspecto cultural de la época.
Su responsabilidad como hermana mayor
Luego del paso del huracán Santa Clara por la Isla todos hablaban de dinero para reconstruir y comprar nuevamente los bienes que se perdieron. Es por esta razón que la mamá de Esmeralda Santiago decide trabajar cosiendo ropa interior femenina en una nueva fábrica en Toa Baja. Las actitudes de muchos vecinos cambiaron en torno a Esmeralda y su madre, ella podía sentir el rechazo y las miradas llenas de odio porque su mamá estaba rompiendo un tabú ya que las mujeres estaban supuestas a quedarse en la casa haciendo sus tareas domésticas y cuidando a los hijos. El nuevo trabajo de su madre trajo a Negi nuevas responsabilidades por su ausencia del hogar. Ahora, por ser la mayor de las hijas, tenía que cuidar de sus hermanos.
De Puerto Rico a Nueva York
Pero el impacto más grande en la vida de la autora fue Nueva York. Desde antes de llegar allí ya sabía del lugar por su madre y por su abuela. El propósito de la primera visita que su mamá hizo a Nueva York fue en búsqueda de un tratamiento médico para que no amputaran la pierna de su hijo menor. Cuando regresó de la Gran Manzana la apariencia física de su mamá estaba cambiada. Monín se había arreglado, llevaba tacones altos y las uñas pintadas, pero además se notaba un orgullo, determinación y confianza en sí misma.
Cuando Esmeralda Santiago fue por primera vez a Nueva York se asombró al ver que las calles no estaban tan limpias y tan lindas como ella esperaba. En Nueva York también fue testigo de lo que se conoce como el “melting pot” por la gran cantidad de grupos étnicos que existen. En un sólo día interactuó con judíos, americanos, morenos e italianos. En su escuela los puertorriqueños se dividían en dos grupos: los recién llegados y los que habían nacido en Brooklyn de padres puertorriqueños. En el grupo de los recién llegados a la ciudad, Santiago no se sentía cómoda porque se mantenían en pequeños grupos criticando y asustados. Tampoco era aceptada por los nacidos en Brooklyn.
Con el paso del tiempo, Esmeralda Santiago logro adaptarse a la vida en Nueva York. Mejoró su inglés leyendo libros de cuentos para niños en la biblioteca y fue de gran ayuda para su mamá cuando la necesitó para traducir y hablar por ella en la oficina del welfare. La autora se inclinó por la actuación luego de que su madre se deslumbrara viendo un concurso de belleza en la televisión. Se preparó por varias semanas para hacer una audición y lograr formar parte de la Performing Arts High School de Manhattan y salir de Brooklyn con el deseo de nunca volver.
Con gran sencillez de palabra Esmeralda Santiago nos hace vivir lo que pasaron muchas familias pobres de nuestra Isla en las décadas de los 50 y 60 que salieron del campo para buscar prosperidad en la ciudad o en los Estados Unidos. Cuando era puertorriqueña es muy buena lectura para el joven de hoy, que no ha experimentado ni remotamente el sacrificio de aquella época ni lo pintoresca y rica que es nuestra historia y nuestra cultura. La vida de Santiago plasmada en las páginas de este libro es una celebración de la cultura puertorriqueña porque no niega su pasado a pesar de no ser considerada una verdadera puertorriqueña porque su acento ya no era el mismo y no comía algunas comidas típicas. Es un ejemplo de lo que es el trabajo fuerte en una sociedad donde la voz de la mujer era rara vez escuchada y tomada en consideración. A pesar de que Esmeralda Santiago vivió en dos mundos totalmente distintos tiene muy claro qué significa ser puertorriqueño.
Con este artículo terminamos la serie sobre Cuando era puertorriqueña. El próximo viernes Spanish Friday continúa con la tira cómica Mafalda.
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